lunes, 8 de febrero de 2010

JUSTIFICACIÓN DEL PROYECTO

“Desarrollamos una cultura de respeto y tolerancia para construir un mundo mejor”


Es palpable que vivimos en una sociedad con elevados índices de violencia y agresividad, además de muy bajos niveles de educación, salud, vivienda. Por otra parte, la mayoría de peruanos soporta la desigualdad, la intolerancia, la discriminación, la injusticia durante toda su vida y muchos sectores viven y han vivido postergados y excluidos por generaciones. Nuestro país, pluricultural y multilingüe, presenta, por estas y otras razones, grandes desafíos, vencer la intolerancia, el irrespeto, la inequidad, la desigualdad, los conflictos y los problemas de convivencia entre sus miembros.

Las instituciones educativas son parte de esta compleja realidad y reflejan lo que la sociedad es o será a futuro. Su diversidad social hace visible los conflictos y problemas de convivencia. Según la Directora de la ONG Corporación Ancora, Lucía Venegas , la agresividad, la poca tolerancia y los problemas de convivencia en los colegios no solo se reduce a la que se ejerce entre alumnos; sino que se extiende más allá, hasta la relación docente-alumno; docentes y directivos (autoritarismo en la toma de decisiones, falta trabajo en equipo); y la relación entre padres y docentes o autoridades educativas. Los diagnósticos de esta ONG corresponden a colegios peruanos, de los cuales nuestra institución educativa forma parte, se puede colegir, entonces que también nosotros tenemos problemas de sana convivencia. En nuestro caso, veamos las causas: una insuficiente infraestructura profesional para la orientación, el acompañamiento, control y seguimiento de los educandos; los hogares autoritarios y/o permisivos con ausencia de adecuados patrones de conducta; la influencia negativa del entorno social; la baja autoestima de los adolescentes; el insuficiente estímulo y reconocimiento al personal o inadecuado establecimiento de sanciones frente a las faltas. Sus efectos se traducen en las conductas indebidas de los estudiantes (inadecuados hábitos y patrones de conducta), la falta de conservación del patrimonio institucional, el bajo rendimiento académico, y el desmedro de la buena imagen institucional.

En estas circunstancias, urge desarrollar una cultura de respeto y tolerancia, necesarios para una vida justa y democrática. Los profesores desempeñamos, en esta tarea, una labor esencial al estar directamente involucrados con la formación de los educandos, junto a la familia y los medios de comunicación. El Curso Aulas Democráticas (CAD) lo describe así: “La creación de una cultura de tolerancia y respeto al otro es una tarea de construcción colectiva que involucra, en primer lugar, a la familia y a la escuela y que debe ser acompañada […] por los medios masivos de comunicación que son importantes transmisores de modelos sociales” .

Entonces, las instituciones educativas tenemos un enorme reto, a la vez, grandes oportunidades de logro, a partir del desarrollo de una educación moral y la concreción de los derechos que nuestra Constitución establece (también sobre la integridad moral ). El CAD explica que “La educación moral pretende colaborar con los alumnos y las alumnas para que desarrollen su inteligencia moral y adquieran la cultura moral necesaria para enfrentarse autónoma y dialógicamente a aquellas situaciones que suponen un conflicto de valores o controversia moral de forma que les sea posible vivir de un modo justo, solidario y feliz” . Esto podrá ser posible si cumplimos con lo siguiente: “desarrollar las capacidades que les van a permitir [a los alumnos] apropiarse de eso valores, hacerlos suyos. Como veremos, son capacidades de autoestima y autoconciencia, de empatía para ponerse en el lugar del otro, capacidades para desarrollar el juicio moral, para dialogar, para comprender la realidad de forma crítica y comprometerse con ella y, en fin, para desarrollar una conducta coherente con los valores que les proponemos” .

En conclusión, a través de este proyecto tenemos una oportunidad para cambiar estas circunstancias desfavorables de conflicto e intolerancia y lograr niveles de sana convivencia mediante el desarrollo de una cultura de respeto y tolerancia, una cultura moral.

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